lunes, 23 de septiembre de 2013

 
 
El maestro sufí contaba siempre una parábola al finalizar la clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma...
- Maestro- lo encaró uno de ellos una tarde-, tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado...
-Pido perdón por eso - se disculpó el maestro-. Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno.
- Gracias, maestro - respondió halagado el discípulo
- Quisiera , para agasajarte, pelarte el durazno yo mismo. ¿Me permites?
- Sí, muchas gracias- dijo el alumno.
- ¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?
- Me encantaría... pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...
- No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte.... Permíteme también que lo mastique antes de dártelo.
- No maestro , ¡no me gustaría que hicieras eso! - se quejó sorprendido el discípulo.

El maestro hizo una pausa y dijo:
"Si te explicara el sentido de cada cuento... sería como darte a comer una fruta masticada"
De la sabiduría sufí